domingo, 3 de octubre de 2010

Tir na nÓg

Ocurrió que el príncipe Oisín, se encontraba un día cerca de un lago descansando. Su poderoso torso masculino era iluminado por el tímido sol y salpicado por fina lluvia y Niamh la de la dorada cabellera lo vio y cayo enamorada (ejem…) se acerco a él y este, experto guerrero casi la decapita en el acto. Quedando los dos a muy corta distancia. Niamh le dijo: Ven a cabalgar conmigo. Te llevare a la tierra de los placeres, donde la gente es eternamente joven, donde las flores renacen cada día yt el sol sale por la derecha. Oisin aceptó y descubrió ligeramente decepcionado que no era una metáfora de otras actividades más entretenidas.

En el caballo Embarr (Imaginación) sobrevolaron valles, montañas y océanos y llegaron a Tir Na Nog, la tierra de la eterna juventud en la segunda estrella a la derecha. Allí Oisin disfruto de numerosos placeres y contemplo un mundo donde los pesares y dolores eran fingidos y no reales y donde todo el mundo podía hacer sus sueños realidad, siempre que no entrase en conflicto con los deseos de los otros, que también eran humanistas.

Pasó el tiempo y Oisin tuvo a dos churumbeles, porque la gente allí envejecía pero solo hasta que pareciesen modelos de veintitantos. Uno llamado Oscar y otra Plor na mBan (flor de mujeres) que lograron grandes hazañas, pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión.

Pero tanto tiempo en un sitio donde todo era perfecto era aburrido, ¿que ha ocurrido hoy?, preguntaba Oisín, y la gente respondía: las flores han renacido y el sol ha salido por la derecha. Y así cada vez. Así que le entro una extraña melancolía por el hogar. Quería volver a notar su estomago encogerse por el hambre, quería poder volver a tener el placer de competir con otro humano y decapitarle, quería volver a llorar por la muerte de alguien cercano. Y le dijo a Oisin, necesito cabalgar a la tierra de los dolores, donde la gente solo alcanza la eternidad muriendo. Y así hizo, Niamh le advirtió que no estuviese mucho rato no fuese a pegársele algo, que por nada del mundo se le ocurriese desmontar del caballo y que le esperaría impaciente para ver renacer las flores al día siguiente y salir el sol por la derecha.

Niamh no lo volvió a ver nunca más. Y lo espero durante eones, pero eso es otra historia y será contada en otra ocasión.

Oisin cabalgo tan rápido con Embarr como pudo y cuando llego, descubrió que el mundo había cambiado, no le había esperado y habían pasado centurias. Su castillo en ruinas su familia muerta y nadie reconocía su nombre ya. Pensó en regresar pero recordó que el sol sale por la derecha y las flores renacen y decidió seguir buscando a ver si encontraba algo nuevo que le satisficiese.

Unos lugareños le pidieron ayuda para mover una roca de sitio y Oisin deseando sentir de nuevo los dolores del ejercicio acepto encantado. Con el esfuerzo termino cayendo del caballo, el cual desapareció en el acto. Oisin comprobó como todo el tiempo que le había estado esperando desde que abandono Eire le asalto en un instante y su piel se arrugo como una babosa a la que se echa sal. Sus ojos se hicieron más pequeños y sus manos torpes.

Con el cuerpo de un hombre de ochenta años y sabiendo que no le quedaba mucho tiempo se dirigió a san Patricio, un monje con una personalidad bastante peculiar y le canto toda su historia para que entendiese cual era el origen de Eire y sus héroes y desventuras, pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.

Oisin consiguió lo que siempre deseó, se convirtió en una leyenda y por lo tanto, en INMORTAL.

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